miércoles, 20 de enero de 2016

Restaurante El Racó de Pere i Pepa



En esta ocasión, el rezo sobre El Racó de Pere i Pepa nos ha llegado de una de las más afamadas cocinas de la provincia, el Restaurante La Sirena (Petrer), al que prometemos visitar prontamente.


Siguiendo el rezo, hemos llegado hasta Pinoso para saborear la cocina de Pere y acreditar la cuidadosa atención de Pepa. Una pareja de profesionales con un gran recorrido en el mundo de la hostelería en el que, a pesar de haber sufrido algún tropiezo, han demostrado con esta nueva andadura (desde 2009), que el éxito no consiste en no haber caído nunca, sino en aprender a levantarse tantas veces como sea necesario. 


Hoy en día, su restaurante triunfa en la tierra del Monastrell, hasta donde se desplazan asiduamente clientes de toda la comarca, atraídos por las exquisiteces de esta cocina. El restaurante consta de dos plantas con una pequeña, aunque acogedora, terraza a la entrada. Todas las zonas, exterior e interiores guardan el mismo tipo de decoración rústica en piedra natural, maderas oscuras y hierro forjado. Estos materiales han sido combinados con colores cálidos y tostados, así como una buena iluminación que invita a sentarte en alguna de sus mesas, hechizado quizás por la pureza blanca de los manteles y la perfecta disposición de los servicios. 


La verdad es que da gusto sentarte en un ambiente tan acogedor, en el que nos hicieron entrega de dos cartas: una, con tres menús confeccionados para degustar los platos estrella y otra, con todos los platos disponibles en el restaurante. En general, ambas están bien pensadas, ofreciendo diversidad dentro de un margen de precios competitivos. Como siempre, nos dejamos aconsejar, en este caso por Pepa, que nos propuso la degustación de un “menú especial” combinado con otro plato del “menú superespecial”.


¡Empezamos!

La entrada, invitación de la casa, constaba de una bola de sobrasada, acompañada de unas aceitunas aliñadas. 







 
Una ensaladilla de merluza, que para nuestro gusto dicha merluza estaba pasada de cocción; ya que aunque el sabor era correcto, su textura era “achiclada”.


Un plato de jamón de Guijuelo, Bernardo Hernández. Un plato que, si en principio no arriesgaba nada... Todos sabemos que ¡si un jamón mediocre bien cortado, se crece! Un buen jamón, por muy bueno que sea, si está mal cortado, te lo cargas. Y este último fue el caso. Una pena.




Virutas de foie con mermelada de tomate, brotes de alfalfa y reducción de Pedro Ximénez. Un plato generoso, bien presentado y correcto; aunque en contrastes, ganaba el dulce por goleada, requiriendo más presencia del salero inglés. Por otro lado, nos sorprendió gratamente el leve toque raíz de los brotes de alfalfa, que imprimían potencia al foie. 



Alcachofas rellenas de confit de pato y verduritas de la huerta, presentadas sobre una salsa base de pimientos del piquillo y gratinadas con bechamel. Un bocado delicado y bien conseguido. La unificación de texturas de los diferentes ingredientes fue lograda y expresada en una suavidad sublime. El contraste de sabores en este entrante es muy sutil, si acaso se revela un fondo amargo y picante heredero de la alcachofa y el piquillo.


Pulpo braseado con palomitas de cerdo y ajo negro, sobre una base de compota de manzana. Excelente presentación y combinación de sabores y texturas. El pulpo estaba en su punto de cocción perfecto, suave y muy “umami” en su ajuste con el ajo negro. El crujiente de las palomitas de cerdo es una opción perfecta para luchar en boca con un pulpo puntero. Totalmente recomendado.



Vieira braseada con puré de manzana, vermut rojo, acompañada de puerro y un toque de trufa. El vermut mezclado con la compota de manzana forman una especie de suave caramelo braseado, que yuxtapuesto con la suavidad del puerro, realzaban el sabor de una vieira correcta y al punto, haciendo de este entrante un bocado de lo más exquisito y elegante.



Para los platos principales nos ofrecieron unos maridajes de vinos de la tierra, optando por un Tarima blanco de 2014, vivo y alegre en boca para acompañar un hojaldre de pescado y verduras, y un tinto Tarima Monastrell para la carne seleccionada.



 
Hojaldre de pescado y verduras. El hojaldre espectacular. No se puede decir lo mismo de la lámina de pescado seco y lo imperceptible de la verdura en cuanto a sabor y cantidad. Nada recomendable.






Solomillo al foie, servido con una reducción de Pedro Ximénez y manzana asada. La carne estaba hecha, tal y como habíamos pedido, con su punto sangriento. Perfecta combinación con el generoso foie y el toque de la manzana asada. En definitiva, un plato estrella de la casa.




Para terminar, nos ofrecieron un surtido de postres, todos exquisitos. Recomendamos dejar hueco para disfrutar de la carta de postres que ofrece este restaurante, entre los que se destacan: la torrija caramelizada con helado de vainilla bourbon y la milhoja con crema y chocolate.








El trato por parte del personal fue excelente y recibieron nuestras críticas de forma abierta y humilde. Pepa es una excelente jefa de sala, pues a pesar de tener el local completo, el ambiente era relajado y todas las mesas fueron servidas en su momento. Por otro lado, es extraño que fallen en cosas tan elementales como un buen corte de jamón y hasta que los platos principales hayan salido de la misma cocina. No obstante, el Racó de Pere i Pepa merece nuestra recomendación; más si cabe, una vez superen estos deslices, tan sencillos como importantes.


Información y calificación
Localización

Precio medio por persona: 35/40 €
Cierran lunes y todas las noches de martes a jueves.




Baños: 8

Trato: 10

Ambiente: 10

  
Nosotras nos despedimos hasta el próximo rezo. 

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